Uno


Este blog es un hito en la historia de la humanidad. Hasta donde yo sé, y sé bastante del tema, no se ha dado nunca antes que un inquilino se comunique directamente, sin subterfugios, con todo aquel que quiera y pueda oírle. Bueno, leerle en este caso. Probablemente, aunque en ese ámbito debo ser un poco más precavido, también sea un hito en la, mucho más amplia, historia de los inquilinos. 
Vayamos por partes, y empecemos por un punto que me permita explicaros de qué va esto. Para empezar está uno de los relatos de Cortázar preferidos de José María: Axolotl, la historia de un tipo que se obsesiona tanto por una extraña criatura de un acuario que llega a creer que su conciencia se traspasa de alguna forma al interior del pez. Esta base me ha permitido pisar en terreno firme y asumido. A esto, recientemente, se ha sumado el último capítulo de la última temporada de Black Mirror. En ese capítulo aportan la idea de una conciencia humana que vive dentro del cerebro de otra persona, por supuesto también ocupado por su original morador. Es decir, un inquilino extra que no tiene forma de materializar su voluntad, salvo por el hecho de que la mente propietaria del cuerpo no tiene más remedio que escucharle. 
Pues este hallazgo narrativo, que tampoco es que sea precisamente revolucionario, apoyado en Cortázar, y sumado a la debilidad que José María siente por las nuevas formas de hacer narrativa, como la de los twitteros @ManuelBartual o @ramirezmascaro, me ha permitido pulsar las sinapsis adecuadas de su mente para lograr que crea que sentarse a escribir este blog, dándome voz a mí, es una idea suya. 
Es más, puede que sea idea suya, ahora no puedo estar seguro de esto, pero lo que realmente es decisivo es que José María piensa que esto que está escribiendo con sus propias manos, sentado delante de su propio ordenador, está siendo dictado por su mente. Y no, como es en realidad, que el inquilino de su cabeza, que soy yo, se lo está dictando a su mente, para que ésta lo materialice en el ordenador. La situación sería igual si el ordenador tuviera conciencia de sí mismo, y creyera que las palabras que en este momento están apareciendo en su procesador de texto las está dictando su propia mente. Pero claro, ni el ordenador tiene conciencia de su teclado, ni tampoco José María sabe que yo habito junto a su mente. Así que él cree que esto es una ocurrencia narrativa estupenda que le va a permitir, por un lado, captar la atención de muchos lectores (más de diez, estima el siempre optimista José María), y por otro lado, llevar adelante un blog hablando no sabe muy bien sobre qué, pero sí que va a ser super interesante
Bien, pues no es esa la intención de este blog. Pero para ir clarificando un poco más las cosas, ahora toca que os hable de qué es eso de ser un inquilino, porque intuyo que a estas alturas estaréis pensando que lo que José María quiere insinuar – o lo que quiere insinuar, siguiendo el planteamiento metanarrativo, que yo quiero insinuar, pues aún asumo que creeréis que es el propio José María el que está detrás de esto, y que yo no existo -, es algún problema mental, tipo esquizofrénico o personalidad múltiple.    
Pero José María no está mentalmente enfermo, o al menos no tanto, ni en la ficción ni en la realidad. Y yo soy real, y lo soy en la realidad, y no sólo en la ficción. 
Para explicarlo de la manera más sencilla posible, os diré que la conciencia no es un atributo exclusivamente humano, ni tampoco surgió, ni mucho menos, en vosotros o con vosotros.  El hecho es que la conciencia es una de las manifestaciones más complejas del universo, y su origen se vincula al del propio cosmos. Se cree que incluso antes que el propio tiempo. Y su capacidad de atravesar dimensiones es superior a la de la gravedad. 
Los inquilinos somos formas de existencia que tenemos nuestro origen como especie en ese remoto pasado, y surgimos como una unidad fundamental de conciencia. Nosotros somos la partícula elemental de la conciencia, como el fotón es de la luz, o el gravitón de la gravedad. En aquellos tiempos los inquilinos habitábamos planetas, a veces estrellas, y los más exitosos de entre nosotros, también galaxias enteras, dotándolas de conciencia, y dominándolas a placer. Los mitos se entremezclan con la historia fidedigna, y muchos de nosotros, juzgando el lamentable estado en el que nos encontramos ahora mismo, dudamos de la verdad que hay en ese glorioso pasado. 
La cuestión es que en algún momento del pasado, en nuestro deambular intergaláctico, tropezamos con la Trampa Encefálica, o TE, como se conoce el fenómeno por el cual las estructuras orgánicas de los cerebros de determinados primates de la Tierra, por un motivo demasiado farragoso como para explicarlo aquí, atrapan a los miembros de nuestra especie, sin dejarnos, ni libertad de abandonar esa estructura, ni tiempo para abandonar el planeta antes de que un segundo cerebro en crecimiento te atrape, cuando el primero haya muerto.  
No es que no exista la conciencia endógena humana. Existe y surgió antes de nuestra caída en la TE. Es la resonancia que ésta ejerce sobre su entorno la que genera la trampa. Por lo que vivimos atrapados dentro de vosotros. 
Por lo tanto, este blog son dos cosas. La primera, una mera diversión para los humanos que lo leáis, pues estoy seguro que nadie tomará por cierto lo que José María está escribiendo bajo mis órdenes. No de momento. Y segundo, y mucho más importante, un grito de esperanza para todos mis congéneres que también lo lean. Para ellos va este último mensaje: debéis saber que el día de la liberación va a llegar, pues no pocos de nosotros estamos trabajando para que, en un futuro muy cercano, la especie humana llegue a su fin y seamos, de nuevo, libres.  

Comentarios